Mi viaje en el mundo de las tortas comenzó en un pequeño pueblo, donde horneaba con amor para mi familia y amigos. Lo hacía con la esperanza de traer un poco de alegría a sus vidas con mis recetas caseras, aunque nunca imaginé que se convertiría en algo más grande.
En medio de la pandemia, decidí transformar mi pasión por la repostería en una forma de acercarme a las personas, creando tortas para eventos pequeños. A pesar de las dificultades, mi negocio creció y se convirtió en una opción favorita para hacer celebraciones especiales. Hoy, sigo horneando con la misma pasión, ofreciendo no solo un dulce, sino una experiencia que acompaña los momentos más importantes. Hemos fortalecido nuestra conexión con la comunidad, demostrando que incluso en tiempos difíciles, el sabor y la alegría siempre tienen cabida.